domingo, 18 de octubre de 2009

Ella

Lo mejor: su prudencia, su silencio, su comedida distancia, su tacto. A mi lado, muchos largos años de amistad. Cuando escucho una canción que me lleva a la rabia y la alegría de un adolescente, el que yo fui, cuando siento ganas de bailar, viene a la mente su delicadeza de mujer serena, que todo lo ha aceptado y todo lo ha perdonado.

Verdes campos

Un instante: salir a la calle en el Paraíso después de la lluvia. El mundo está abierto y es cercano, cierto. Mojadas las calles entre casas antiguas y las veredas con hortensias. Los pétalos rosados, blancos, están llenos de gordas gotas de agua pura que, inmóviles y solemnes, permanecen un instante en su ser hasta que resbalan pesadas y caen. El aire trae una brisa acogedora y limpísima, como el viento suave del primer día de la Creación. Está desierto el Paraíso, pero hay vida en las casas, en las luces amarillas de las cocinas y en el olor a caldo. Camino despacio, entre el fresco y la brillante humedad. Nada me falta.
...la pequeña patria lejana, verdes campos bajo la lluvia.
Álvaro Cunqueiro

viernes, 16 de octubre de 2009

Alicia de Larrocha

Las sonatas del Padre Soler, una vez más. Y una ofrenda, una oración para quien sólo creó belleza y silencio. No es mal modo de pasar por la vida: ni una entrevista, sólo trabajo, dedicación absoluta, superación, hacer lo imposible. Sólo silencio, sólo luz. La recuerdo perfectamente en un muy lejano junio, en el Carlos V, recuerdo su seriedad, su presencia severa, y recuerdo, claro, el piano sonando mientras yo miraba la bóveda del cielo y veía la luna sobre la Granada mirífica. Una oración por la belleza y el silencio, para que nos acompañen siempre.

sábado, 10 de octubre de 2009

Silencio

Trabajo en la trapa de mi casa y, al ir a la cocina en busca de algo, está el alba llamando en el bisel brillante de los cristales. Tras la puerta transparente, el nuevo día, sin que yo hubiera reparado en él: la felicidad.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Misericordia

Al final de El vaso de plata, de Antoni Marí, aparece una cita de Misericordia, de Pérez Galdós. El primero, tan brillante y profundo como los vasos con flores de Ramón Gaya, me llevó al segundo. Así hacen los buenos libros. Ésta es la cita:
Por lo que debemos hacer lo que nos manda la conciencia y dejar que se peleen aquéllos por un hueso, como los perros; los otros por un juguete, como los niños, o éstos por mangonear, como los mayores, y no reñir con nadie, y tomar lo que Dios nos ponga por delante, como los pájaros...
Todo el verano la tuve en la cabeza, después de leer la novela subiendo al Paraíso, de una sentada, en el tren. Ahora me estaba esperando en el zoco que había en mi casa. Ordenado el mercadillo, me estaba esperando el libro, que apareció el último. No puedo olvidar los muebles diseñados por él mismo en su Casa-Museo de Las Palmas y un pensamiento que la compañera de Santander pronunció allí, espontánea : éste debía de ser un lobo solitario. Lo que me hizo daño del libro, porque me sanó, fue esta intervención de Nina: ... yo me encuentro muy a gusto en este mundo fandanguero, y hasta le tengo ley a los trabajillos que paso.

domingo, 4 de octubre de 2009

Carlos y la madrugada

Marca la pantalla del teléfono móvil las seis y diez de la mañana. Su luz, como una candelilla, ilumina unos segundos la penumbra del cuarto. Luego no vuelve la oscuridad, porque ya el día está llamando a las puertas del alma. Y el alma, asombrada, siente que otra vez, para ella, se va a rasgar el velo de la noche. No comprende el alma ese impulso ciego, absoluto, que le hace esperar el alba inminente. El alma mía siente algo más allá de lo razonable, un amor puro al día que viene, y recuerda sus sentimientos de niño, cuando la vida era sagrada, inabarcable, misteriosa, bellísima. Otra vez vive el alma así.
Cuando mi hermano y Bea abran los ojos a muy primera hora de la mañana y a su lado Carlos duerma como un bendito sonriente, sentirán perpejlidad y lágrimas: nuestro hijo duerme un sueño de amor y bondad y a nosotros nos corresponde asistir su vida y verlo vivir. Y eso es, también, sagrado, trascendente, y está más allá de nuestra razón, es sólo Amor.