sábado, 27 de marzo de 2010

Haiku

En cola frente a una ventanilla, un desconocido me tiende su mano: "Hola, todavía recuerdo el haiku que nos enseñaste: con gran sosiego / camino solo, y solo / me regocijo".
Sembrar belleza, extenderla, ofrecerla. Eso es todo. Y pasados los años, muchos, un hombre nos saluda, y ese mensaje cifrado es la contraseña que abre las puertas de la vida. Con gran sosiego / camino solo, y solo / me regocijo.

jueves, 25 de marzo de 2010

Días de marzo

Es una sutil disposición del aire. Un día, bajo la lluvia, sentimos el aroma finísimo, casi ocultándose, del azahar; otro día, las horas finales de la tarde traen un recuerdo de la felicidad de los días aquellos en que las tardes eran nuestras tardes; una sobremesa vemos la luz agrandarse en el espacio blanco de la cocina, mientras calla el mundo. En el aire de marzo viene una promesa que en ella misma está cumplida. Las notas del aire traen aromas escondidos de verdes, de pieles y perfumes, de naranjos y de vida. Hemos llegado otra vez aquí. El aire dispone que seguimos vivos y que la vida, otra vez, comienza en nosotros.

martes, 16 de marzo de 2010

María Victoria Atencia

Sobre todas las cosas que le debo -la noche y su olor azul marino, la perfección tiene vocación de desorden, una manera de estar en el mundo, una Málaga nueva, la Farola crepuscular, la luz, toda la luz, una tarde en Granada hablando de un Príncipe de Gales, y era mayo y la ciudad, agua oculta y horas quemantes- quizá ese verso final que viene a mí cuando estoy a punto de caer: No queda sino tiempo, Victoria Atencia;/ tiempo./No queda tiempo. Queda todo el tiempo.
No queda sino tiempo, Victoria Atencia;
tiempo.
No queda tiempo. Queda todo el tiempo
Las contemplaciones´.

viernes, 12 de marzo de 2010

Los maestros

Ahora que Delibes ha muerto, pienso en que nunca he rezado por un desconocido un Padrenuestro rogando para él una buena muerte. Así lo hice ayer en la noche, cuando supe por la prensa su extrema gravedad. Sí, esas vidas cumplidas, grávidas, llevan a la muerte toda su grandeza y es entonces la muerte justa y necesaria y sentimos que puede ser la vida una aventura completa y redonda. Los gigantes morales nos lo dicen, con su vida y en su muerte.
Esta mañana luminosa de casi primavera, otra parte del vivir, me cruzo con dos ancianas deslumbrantes. Las dos han sido profesoras en la ciudad africana. Una de ellas, mi profesora de Historia del Arte en COU. La segunda de ellas, al ver reconocidos hace unos días sus méritos profesionales y personales, leyó en su discurso de agradecimiento el cántico de la mujer fuerte del libro de los Proverbios.
Uno y otras, finales de raza, testimonios de dignidad y de vida, que nos confortan de este tiempo quizá sin grandeza.
Mulierem fortem quis inveniet? Longe super gemmas pretium eius. Liber Proverbiorum, 31, 10