jueves, 31 de diciembre de 2009

Otra vez Sevilla

No habían dado aún las seis de la tarde y la Plaza de San Lorenzo estaba desierta y fría, mojadas las paredes de la Basílica, la estatua de Juan de Mesa y la terraza de "El sardinero". Faltaban unos minutos para que se abrieran las puertas del templo y en una tarde final de diciembre, solitaria, desabrida, toda agua y gris, ya se había reunido un pequeño grupo junto a la entrada: una pareja de homosexuales, una envejecida mujer de unos cincuenta años, con un manojo de claveles rojo pasión en una mano, liados con una bolsa de plástico, muy largos los tallos verdes, un forzudo de gimnasio, una abuela con su nieto de pocos meses... Dieron las seis y se abrieron, también para mí, las puertas del templo, de par en par.
No soy digno de entrar en Tu casa, pero una palabra, sólo una palabra... Allí estaba, con una túnica cárdena, la zancada, la majestad, el poder. Es el único templo en el que no puedo rezar: miro. In manu eius potestas et imperium.


viernes, 25 de diciembre de 2009

Puer natus est

viernes, 11 de diciembre de 2009

Fuerza

Con tus ojos a unos centímetros de los míos, tendidos en la cama, en silencio, tus ojos se abren y cierran mirando fijamente a los míos. Primero el izquierdo, después el derecho, con rapidez, bromeando. Esa sonrisa de tus ojos la volví a ver el sábado, después de muchos años. Es la que tus ojos hacían en un invierno gélido, en la Granada de nuestra primera juventud. El sábado se borró el tiempo, y otra vez éramos dos, solos, tendidos en la cama, muy juntos los rostros felices. La fuerza de esa mirada tuya, que traspasa el tiempo y que es verdad, belleza y bondad: esa es mi fuerza.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Contra mundum

Su existencia, creo, no puede ser más normal: abuela, madre, esposa. Además, mujer viva y alta. No conozco su nombre, pero son ya muchas las veces que la he visto por las calles de la ciudad africana, con sus nietos, con amigas, sobre todo: sola. Sé que es la esposa de un médico ya jubilado, y como su enfermera solícita y correcta la encontré en una ocasión, bata blanca entre los nietos, en la casa-consulta. Ha sido también mi alumna en el aula de adultos de la Universidad. Así pues, al cruzarme con ella, me saluda.
Ver a una mujer como ella, jovencísima a pesar de la edad, frágil y fuerte al tiempo, delicada y enérgica, y pensar en su vida de durezas y alegrías. Es de la raza de las mujeres que mantienen en pie el mundo actuando y sonriendo, diciendo sí a la vida. Ese sí incondicional que dice su educación absoluta, natural, es el que me hace admirarla, incondicionalmente, cuando la veo afirmándose en las calle de mi ciudad.



Jardín botánico

Tú me has enseñado que la vida no tiene prisa. Así te veo, paseando el jardín botánico con la tranquilidad del animal que nada necesita más que sol, luz, calor. Siempre en silencio sobre lo más hondo, sobre lo que, por trascendente, es obvio o no está a nuestro alcance. Así te veo, lleno de la certeza sencilla de que la vida aquí y ahora es muy hermosa.

(19-1-09)

martes, 1 de diciembre de 2009

Valientes

Hay algo que me hace creer: cuando un hombre, sin pretenderlo, es más que un hombre. Cuando, sin premio, sin público, en silencio, alguien decide -porque sí, porque debe ser- hacer el bien, dar la cara, ser valiente, arrostrando el mundo y sus miserias. Eso me hace creer. La conjunción de bondad y valor, de misericordia y olvido. Contra mundum.