miércoles, 7 de octubre de 2009

Misericordia

Al final de El vaso de plata, de Antoni Marí, aparece una cita de Misericordia, de Pérez Galdós. El primero, tan brillante y profundo como los vasos con flores de Ramón Gaya, me llevó al segundo. Así hacen los buenos libros. Ésta es la cita:
Por lo que debemos hacer lo que nos manda la conciencia y dejar que se peleen aquéllos por un hueso, como los perros; los otros por un juguete, como los niños, o éstos por mangonear, como los mayores, y no reñir con nadie, y tomar lo que Dios nos ponga por delante, como los pájaros...
Todo el verano la tuve en la cabeza, después de leer la novela subiendo al Paraíso, de una sentada, en el tren. Ahora me estaba esperando en el zoco que había en mi casa. Ordenado el mercadillo, me estaba esperando el libro, que apareció el último. No puedo olvidar los muebles diseñados por él mismo en su Casa-Museo de Las Palmas y un pensamiento que la compañera de Santander pronunció allí, espontánea : éste debía de ser un lobo solitario. Lo que me hizo daño del libro, porque me sanó, fue esta intervención de Nina: ... yo me encuentro muy a gusto en este mundo fandanguero, y hasta le tengo ley a los trabajillos que paso.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio