sábado, 26 de septiembre de 2009

Autumnal

Ya ha llegado el otoño a África. Hoy ha sido el primer día: nubes de plata, nubes inglesas, nubes cárdenas en el atardecer sobre el cielo imposible, roto de belleza, de los crepúsculos africanos. Lluvia y paraguas, compras, compañía, posesión de mi mismo -un día, al menos-. Mirando los cielos que cambian ya con rapidez del amanecer al cielo de levante, al sol que se asoma, a la sobremesa plena, de la tarde color perla a un ocaso sangre y turquesa, recordar a don Manuel: lo precioso es el instante/ que se va. Y sentirlo.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Los muertos

Ayer tarde, limpiando la cocina, encontré dentro de unas tazas del fondo de la alacena una nota que, con su proverbial ternura y disparate, había colocado Teresa dentro de una de ellas. Dice : "estas tazas son para Marcos", con una letra grande y clara de maestra antigua. Unos meses antes de morir me nombró su sobrino y su sobrino, en deuda de amor, la acompañó en sus últimos días.
Preside el salón de mi casa una foto pequeña de mi abuela Pilar. Tendrá en ella veintidós, veintitrés años. El pelo corto, una airosa melena rozando casi el cuello, enmarca su mirada extraña de mujer hermosa. Esos ojos líquidos y pequeños a los que no vi morir. Esa mirada absoluta que traspasaba el pecho y que a mí y a mis hermanos nos edificó moralmente.

Todos los domingos los nombro: Pilar, Benigna, Bernardino, Pepe y Teresa, la joven Pilar del Paraíso, mi alumno Alberto, ...

Su silencio es para mí elocuencia.

(18 de septiembre)

sábado, 5 de septiembre de 2009

Oración

Que Tu silencio me muestre un camino.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Vacío

Hoy ya estará vacío el Paraíso. Toda la veraneantada habrá regresado a sus casas en el laberinto de la ciudad, y calles, caminos, cielos, todo estará solo. El cielo mismo, que será hoy más azul y más vacío, sabrá que le esperan diez, once meses de silencio y su color refulgirá aún más con esa promesa de soledad. Siento ese silencio lleno ahora que no estoy en el Paraíso y pienso en el Paraíso.
Hoy mismo, de estar allí, saldría solo a la calle y en la terraza de la cafetería tomaría un café en taza grande de desayuno, sentiría ganas de fumar un cigarro y saborear el tabaco entre la humedad y el fresco de la tarde cantábrica. Seguro que un jersey me abrigaría, o la cazadora de entretiempo, y sentiría esa hermosa soledad del Paraíso, diciendo hola, saludando a los conocidos y amigos que ya lo fueron de mis padres y de mis abuelos. Después un paseo, mirando el agua, obsevándola, acompañándola, aprendiendo olvido. El Paraíso es en estas fechas un vacío exquisito hecho de luz amortiguada, de cielos plateados y aguas brillantes y grises. Que lo diga mejor Cernuda, que también estuvo en el Paraíso unos días del verano de 1935:
Pero Santiniebla tiene en cambio la ría. Cuando a la caída de una de esas tardes de verano se baja la senda que desde lo alto de la colina lleva hacia el malecón, el denso perfume del mar, el misterioso grito de las gaviotas sobre la brillante superficie de las aguas, solo encrespadas allá entre las sombrías rocas que guardan la entrada de la ría, entonces yo os aseguro que poco accesible será a la naturaleza quien no sienta sus pupilas entubiadas por las lágrimas.
Luis Cernuda, "En las costas de Santiniebla"