viernes, 19 de noviembre de 2010

Dolencia de amor

Una noche como ésta, del 19 al 20 de noviembre, hace muchas noches, de muchos años, me invitaste a subir a tu casa y allí, en aquella habitación caótica y maravillosa, tuya, empezó el amor. Aquel deslumbramiento permanece, permanecerá, ante tu carne blanca, ante tu perfil antiguo. Aquella quiebra, aquel abrirse la realidad, aquellas horas interminables, nuestras, de luz pura en la noche gélida. Tu luz.
Como nunca aquellos versos, ahora y siempre: mira que la dolencia/de amor que no se cura/ sino con la presencia y la figura.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Only love

Ayer lo escuché por segunda vez, seis años después, en el mismo teatro, contigo a mi lado. La soprano, con un inmenso ramo de flores blancas entre los brazos, inerme, pura, cantó el Amami , Alfredo, mientras la percusión hacía que temblara el teatro, que se rompiera. Sólo dos palabras.
Leo estos días un libro que comienza con estos versos de Emily Dickinson: Only love can wound, /only love can assist the wound.
Lo vedi? ti sorrido.
Sarò là, tra quei fior
presso a te sempre.
Amami, Alfredo, quant´io t´amo
Addio
(Violetta en el acto II de La Traviata)

jueves, 4 de noviembre de 2010

Un milagro

Ningún reproche, otoño;
fiel y viejo conserje de mi vida.
Sólo es que el viento, en esta
nubosa y lenta tarde de noviembre,
no me traerá sus ojos,
sobre cuyas pestañas
copiosamente habrá llovido.
Sé benigna con ellos,
lluvia, hermana;
tú que vives llorando.

Vicente Núñez, Rojo y sepia

Hoy lo he comentado en clase, con los alumnos, para nombrarte, una vez más, sin decir tu nombre, para recordarte, una vez más, en silencio, otra vez.

lunes, 1 de noviembre de 2010

El mundo

El mundo que yo amo está ahora en el vértice de su fulgor. En el norte, un otoño de oro y calidez ha dejado el cielo más azul preparado para el frío de Todos los Santos, con las tardes puras y el aire puntiagudo y plata. Aquí, en el sur, la luz es ya baja, translúcida, como un finísimo cristal que envolviera la realidad y la hiciera frágil y más verdadera aún.
Ya está el mundo envuelto como un regalo maravilloso, puesto ante nuestros ojos, plata y cristal, frío y humo fragante en las tardes. Ya el mundo es mi mundo.