jueves, 28 de abril de 2011

Otra vez Sevilla. II

En una tarde de abril cruzo la Plaza del Duque, atravieso Conde de Barajas. Los niños juegan en San Lorenzo entre la luz de la tarde. Entro en Tu casa. Me acompañan Álvaro y su madre. Los cinco años de Álvaro dicen con mucho sentimiento al contemplar Tu paso poderoso: "¿Qué es esto que ven mis ojos?".

domingo, 24 de abril de 2011

Pascua

Cuando ya todo nos ha abandonado, insiste el tiempo: hoy, mañana de Pascua, he visto las primeras flores de la celinda. Su olor dulce era el de lo mejor de mí, pues crecía salvaje en el huerto de mi abuela, cuando la pureza.

Todo nos ha abandonado, pero el tiempo insiste, vienen de visita los muertos y amanece la mañana de Pascua.

miércoles, 20 de abril de 2011

Tarde en la tarde

Tú me enseñaste hace ya muchos años que el atardecer es la hora más hermosa del día. Ahora atardece en la tarde del Miércoles Santo, lees a mi lado mientras muy despacio cae la luz gris y leve de hoy. Ya ha pasado la merienda, son las ocho y media, continúa el día. Horas que volverán en la memoria y juzgaremos felices, porque un instante la angustia se rompió en vida, el no saber en certeza.

domingo, 17 de abril de 2011

Trapiello

Llevo unos días viviendo en el Apenas sensitivo de Trapiello. Había olvidado que tenía que estar al caer la nueva entrega de los diarios. El primer día de descanso, la primera tarde de ocio de las vacaciones, el viernes, apareció en una librería de Málaga. Noche del viernes, horas del sábado lentas, madrugada del domingo de Ramos. Como una de las muchas flores silvestres de los alrededores de Las Viñas, así las horas de estos días están llenas de ese aroma delicado y de cristal del libro. Delibes, Jiménez Lozano, la vida del dolor, Lisboa dentro de un fanal, París, Málaga, muchachas anónimas, lirios salvajes del campo extremeño, la vida misma, quieta y significante.

Junto con el libro, cayó otro, unas memorias bien distintas, sin equis. Dice en ellas un Pla muy anciano : Yo aún puedo tirar dos años más. Quiero ver estos árboles, el cielo. ¿Sabe por qué la gente no mira al cielo? Porque es tan bonito.

martes, 12 de abril de 2011

Rosas

Contra la pared, en un rincón, en un ángulo, como quiso el capitán Fernández de Andrada. Al levantar la persiana en la mañana de Málaga, las rosas rojas sobre la pared blanca del jardín materno. Qué promesa de felicidad, mejor, qué exigencia de felicidad: un ángulo, unas rosas y toda la soledad azul de la mañana primera de la primavera.


Un ángulo me basta entre mis lares, "Epístola moral a Fabio"

Die Rose ist ohne warum, Angelus Silesius