Lo que no está
Hay una sensación del verano que ya he perdido para siempre: despertar y sentir que la mañana es una bóveda azul, completa, perfecta, puesta ahí, para mí. Entrar en el aire puro de la mañana de verano, tímido aún, fresco, con toda la humedad y la limpieza de la brisa cantábrica. Mañanas de verano con la mente limpia, azul también, pura, dispuesta al día, abierta. La mente que esperaba milagros porque sentía que la mañana era milagrosa, imposible de puro azul y perfección.
Luego vino la vida, y el tiempo.