lunes, 31 de diciembre de 2007

Araceli González Campa

Llevo años oyéndola reír. En Nochebuenas aciagas era su voz la vida alta y de verdad, pese a todo. Los últimos meses largos era mi compañera a la mesa, suavidad y delicia en la luz de África.
Hoy, casualmente -qué poco casuales, las casualidades del vivir-, la he oído como tantos días de tantos años. Hoy la he oído despedirse. Estoicamente. Ardiente en su contención. Tras Bach y Schubert, el tema de amor de Blade Runner, rozando la una del mediodía del día de San Silvestre.
¡Salud!

domingo, 16 de diciembre de 2007

Soldier

He encontrado la canción que diga todo el fuego que tiene este invierno helado, que corte la piel como el hielo y la queme. I thinking about to lose my head, I feel like a soldier, I don´t wanna fight this war no more. La música que le ponga palabras a lo inefable y que diga la vida. Cuando la escuche, pasado este tiempo, recordaré una noche de diciembre en la que el mundo estaba en calma y mi alma estaba nerviosa por la felicidad y ávida, expectante, cumplida también, porque estabas conmigo en el frío del mundo y era de noche y me sentía feliz y la música me hacía sentir ganas de reír en silencio y de quemarme la piel, como hace el hielo, como hace la vida.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Hojaldre y naranjas

La tarde inundada de oro en el primer diciembre. Oro dorado, traslúcido, templado, en la calle. Como el aroma de las naranjas, alimento y vida, que cada noche perfumaban la casa familiar. Olores fríos y exquisitos del invierno que está aquí, llenos de vida pasada y de presente áureo: basta con mirar para ser reyes, absolutos, callados.

Vamos entrando en oro. Un oro puro... JRJ

Cuando él venía a Madrid, siempre venía, con una carga, con un saco, de naranjas esplendorosas que en aquel tiempo eran como si fueran de oro y cuando abría el saco, y en medio de una carcajada feliz me arrojaba encima de la cama aquel montón de naranjas que eran alimento y vida para mí, y necesidad, y el me las daba, privándose de ellas y privando a los suyos de ellas, para ayudarme a mí a no morir. Vicente Aleixandre recordando a Miguel Hernández