martes, 16 de marzo de 2010

María Victoria Atencia

Sobre todas las cosas que le debo -la noche y su olor azul marino, la perfección tiene vocación de desorden, una manera de estar en el mundo, una Málaga nueva, la Farola crepuscular, la luz, toda la luz, una tarde en Granada hablando de un Príncipe de Gales, y era mayo y la ciudad, agua oculta y horas quemantes- quizá ese verso final que viene a mí cuando estoy a punto de caer: No queda sino tiempo, Victoria Atencia;/ tiempo./No queda tiempo. Queda todo el tiempo.
No queda sino tiempo, Victoria Atencia;
tiempo.
No queda tiempo. Queda todo el tiempo
Las contemplaciones´.

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