viernes, 12 de marzo de 2010

Los maestros

Ahora que Delibes ha muerto, pienso en que nunca he rezado por un desconocido un Padrenuestro rogando para él una buena muerte. Así lo hice ayer en la noche, cuando supe por la prensa su extrema gravedad. Sí, esas vidas cumplidas, grávidas, llevan a la muerte toda su grandeza y es entonces la muerte justa y necesaria y sentimos que puede ser la vida una aventura completa y redonda. Los gigantes morales nos lo dicen, con su vida y en su muerte.
Esta mañana luminosa de casi primavera, otra parte del vivir, me cruzo con dos ancianas deslumbrantes. Las dos han sido profesoras en la ciudad africana. Una de ellas, mi profesora de Historia del Arte en COU. La segunda de ellas, al ver reconocidos hace unos días sus méritos profesionales y personales, leyó en su discurso de agradecimiento el cántico de la mujer fuerte del libro de los Proverbios.
Uno y otras, finales de raza, testimonios de dignidad y de vida, que nos confortan de este tiempo quizá sin grandeza.
Mulierem fortem quis inveniet? Longe super gemmas pretium eius. Liber Proverbiorum, 31, 10

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio