lunes, 31 de diciembre de 2007

Araceli González Campa

Llevo años oyéndola reír. En Nochebuenas aciagas era su voz la vida alta y de verdad, pese a todo. Los últimos meses largos era mi compañera a la mesa, suavidad y delicia en la luz de África.
Hoy, casualmente -qué poco casuales, las casualidades del vivir-, la he oído como tantos días de tantos años. Hoy la he oído despedirse. Estoicamente. Ardiente en su contención. Tras Bach y Schubert, el tema de amor de Blade Runner, rozando la una del mediodía del día de San Silvestre.
¡Salud!

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