Hojaldre y naranjas
La tarde inundada de oro en el primer diciembre. Oro dorado, traslúcido, templado, en la calle. Como el aroma de las naranjas, alimento y vida, que cada noche perfumaban la casa familiar. Olores fríos y exquisitos del invierno que está aquí, llenos de vida pasada y de presente áureo: basta con mirar para ser reyes, absolutos, callados.
Vamos entrando en oro. Un oro puro... JRJ
Cuando él venía a Madrid, siempre venía, con una carga, con un saco, de naranjas esplendorosas que en aquel tiempo eran como si fueran de oro y cuando abría el saco, y en medio de una carcajada feliz me arrojaba encima de la cama aquel montón de naranjas que eran alimento y vida para mí, y necesidad, y el me las daba, privándose de ellas y privando a los suyos de ellas, para ayudarme a mí a no morir. Vicente Aleixandre recordando a Miguel Hernández
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