lunes, 19 de abril de 2010

España

Ay, España. Pongo la radio y debaten si la dictadura acabó o no, (sic). Mis alumnos, al ser preguntados por la Guerra Civil, hablan de un tiempo muy lejano, perdido en las nieblas de la Historia, olvidado, estéril. Ay, España, cuando te toca ser moderna, avanzar, darte de alta en esa Gran Europa de la que un día fuiste corazón, te dedicas a desempolvar los espadones del abuelo, a pasear las fantasmagorías cruentas de los hunos y los hotros.
Siempre que España ha alcanzado un nivel óptimo, remontando, subiéndose, y llega el momento de mantener ese esfuerzo, continuarlo en paz, serenamente, trabajando con orden, comprometiéndose con la honestidad, en ese momento supremo, siempre España se ha perdido en sus laberintos imbéciles.
Para no desfallecer, hay que soñar en una tercera España, donde esa tríada del "paz, piedad, perdón" de Azaña, sea un comienzo y el sueño de una Europa civilizada, la meta. Pero somos un país incivil, acomplejado, en el que toda mediocridad tiene su asiento. Y habrá que pensar cómo hacerlo, porque nos va en ello el futuro.

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