miércoles, 22 de abril de 2009

Las rosas

Entro en mi casa después de varios días -de largos días felices- de viajes y personas, paisajes nuevos. Sólo las rosas, en su bárbaro fulgor, tienen respuestas: se han abierto unas en pétalos pesados y carnales, otras apretadas en rojo son una copa de color y silencio. Silencio, color, bárbaro fulgor. Todo lo demás son las palabras, y no sirven.
Cuando las estaciones o los años,
cuando el viento, cuando -puede ocurrir-
se trate de tu vida y se disponga
un beso aún en el borde de tus labios,
ya residuo final, testimonial de otros
tiempos con no menos disposición que ésta,
acógete al espléndido otoño, a sus hacinas
de bárbaro fulgor -como decía Hopkins-
y apresta entonces tu deslustrado corazón:
la vida empieza ahora.
"Cuando las estaciones", María Victoria Atencia

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