sábado, 2 de agosto de 2008

Pilar Ruiz Pagazaurtundúa

De negro. La piel muy blanca y la mirada desolada. Es de la raza de mi abuela: mujeres enormes que son, ellas mismas, la tradición entera, la familia, todo lo noble de este mundo. Los ojos devastados. Al verla, en pie y vencida, cómo no pensar que el mundo es una escombrera de dolor y unas alas muy cortas.
Va casi sola en su dolor. Silencio, fin, agotamiento. Los hermanos de la Soledad lloramos esta soledad en que camina nuestra Virgen. Las sillas se apilan informes, contra las aceras. No nos miran. Por entre la sombra y el silencio de las calles vamos con Nuestra Virgen dela Soledad, en soledad. ¡Bendita sea!
Romero Murube, "Sevilla en los labios"

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