martes, 29 de julio de 2008

Lámparas ardiendo (Joan Wasser, "Eternal Flame")

Cuerpos elásticos, la piel rubia y el pelo perfumado de sal. Crepúsculos verdes sobre el oro del mundo. Viento y brisa y nubes pintadas sobre un cielo transparente y puro: el candor de la realidad que era entonces inmaculada. A todo eso huele la cera derretida de una vela que arde a mi lado, cuyo perfume es el de la madera encerada de la casa de los veranos. Un perfume que, intacto tras todo el invierno, te invadía al abrir la casa en el primer día de vacaciones cantábricas. A todo eso huele esta vela, esta noche pura de verano en África.

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