miércoles, 28 de marzo de 2007

Día

Comenzó el día con una madrugada oscura que abría una primera mañana húmeda, de claustros, sombras, matices del gris. Las horas fueron avanzando en lluvias, lloviznas y claros entre las nubes que dieron paso a un mediodía de fuerza e imperio de la luz. Todo se había rendido ya al poder mirífico de la luz. La sobremesa era un galeón varado en una playa luminosa. Vino la tarde suave de azules graduados del celeste al índigo. El crepúsculo empastó el cielo de gris plomo y primera negrura: una tormenta de primavera, con el asfalto recién mojado y el olor a lluvia.
No se le puede pedir más a esta gran verdad de estar vivos.

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