domingo, 25 de febrero de 2007

Verdades de vida

Mi alumno A. L.-N. F., llevando de la mano a su hermana rubia de cinco o seis años, coletas y prisas, en la sobremesa de un día cualquiera, hacia las clases particulares, o la casa de sus abuelos, a las cinco de la tarde de un día primaveral de marzo. Era, guiando a su hermana por la calle, el hombre bueno, alegre e íntegro que será cuando el tiempo le alcance y le haga hombre.
Las horas de estas últimas tardes, con una brisa cálida de ya primavera y calidez, de promesas.
Todos los momentos en que, tras haber caído, nos levantamos.
Sola verdad que busco,
más que verdad de amor, verdad de vida.
Luis Cernuda

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