martes, 20 de marzo de 2007

Jorge Luis Borges

Pienso en su minúsculo apartamento de Buenos Aires, donde habían muy pocos libros y eso me exalta, pues intuyo que en esa voluntad de vida escueta había un amor total a la vida, más allá de la literatura. Pienso en las tardes que su obra convirtió en tardes más hondas, con el tiempo más quieto y el cuerpo más exacto. Pienso en sus palabras, que acompañan y riman la vida. Pinso en la felicidad sin paliativos, sin recovecos; en el gozo del intelecto en estado puro, ya vida, victoria, verdad.

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