sábado, 15 de diciembre de 2012

Historias del Adviento

1. Un obrero en mi casa, repara la línea telefónica. Habla indignado con un compañero. Termina diciéndole: "Yo no le tengo miedo a nadie, na más que a Dios".
2. Por las calles del Adviento pasea aquella mujer que fue joven, treinta, cuarenta años después. Camina la tristeza alegre de las calles de un  viernes noche, en ese momento en que el bullicio de la tarde se ha ido apagando y la ciudad está un momento tranquila y sola, mientras regresa la gente a casa y va a comenzar la noche. En ese instante, pasa a  mi lado, tan pequeña y exacta como entonces, recogida, cierta. Lleva a su nieto de la mano, ocho o nueve años, más alto ya que ella. Al cruzarlos, compruebo que no hablaba con él : musitaba una canción navideña entre las calles vacías del Adviento, alegre y triste. Su nieto le agarraba fuerte la mano. Sabía que esa canción de su abuela le abriría, como un talismán, cualquier puerta;  intuía ya el niño que esa canción le estaba salvando para siempre.

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