viernes, 21 de marzo de 2008

Viernes Santo II

Como si fueran a saludar a un príncipe de la tierra, vestidas de domigo y contención, las carnes maceradas también, recorren las dos travestis la iglesia en la mañana del Viernes Santo. Esplende el mediodía en el exterior, la luz vulgar y milagrosa de la costa de Málaga. En el Monumento, Tabernáculo alumbrado por siete velas de aceite, mi Dios, mostrándose. Un Crucificado frente al altar desnudo y devastado.
Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no el de los filósofos y de los sabios, déjanos hoy otra vez llorar tu muerte y tus dolores, sentirte hombre de dolores, acostumbrado al sufrimiento. Déjanos contemplar tu rostro donde están también nuestros dolores y nuestras muertes. Déjanos tu dolor y tu verdad, que nos traspasen. Que todas las luces del mediodía y todas las oscuridades tengan sentido.
Super ipsum continebunt reges os suum. Liber Isaiae 52, 16

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