domingo, 1 de julio de 2007

Pasiegas

Un cuadrado roto en simetría, un salón íntimo con balcones y miradores, una clausura por donde pasa la vida entera. Me recuerdo con un chaquetón de aguas rojo y con una cazadora azul marino y con camisas blancas de lino y con polos de niño bueno. Me veo en las Pasiegas muy triste, arrastrando mi juventud plena, y bailando y pensativo mirando la fachada inmensa. Recuerdo la intensidad en las Pasiegas. Recuerdo la inocencia del Sacramento tras los muros de la Catedral en una tarde rutinaria de lluvia en la que una pequeña puerta estaba abierta, y entré. Recuerdo cada uno de los miles de paseos. Siento esa plaza en todas sus horas y en todas las estaciones. Siempre me ha dicho una verdad: la de la piedra leve. El corazón intenso y belleza de Granada.
(Miércoles, 20 de junio de 2007)

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