Esas tardes de marzo
Han llegado esas tardes en que es difícil regresar a casa, porque hemos visto una luz en el cielo más abierta, más pura, y pensamos que esa luz está ahí para nosotros, y está el cielo ligero de gloria azul y nuestro cuerpo es más cuerpo en el crepúsculo, lleno de día y hambriento de horas. Cómo volver a casa, si se ha abierto otra vez la vida y estamos aquí, otra vez, dentro de ella, después de tantos años, esperándola ahora casi con ferocidad. Discípulos del vivir que hemos encontrado en la luz un magisterio y en la calma de las horas, un camino.
A quién dar las gracias, y cómo.
3 comentarios:
Un breve poema de José Cereijo que he visto citado en un blog, y que como se ve se acerca mucho (a veces, con coincidencias casi literales) a lo que se dice en esta entrada. Que yo sepa, no tiene título:
Contemplas
la tarde en la ventana,
su pura perfección, tan silenciosa.
Algo dentro de ti debiera arrodillarse,
reconocer, gozar
ese hondo magisterio para el alma.
Precioso poema. No lo conocía. Sí, me gusta el último verso. ¿En qué bolg lo has visto?
No lo he visto propiamente en un blog, sino en un comentario aparecido en el blog titulado "Sol y escudo", hace ya tiempo. Lo copié, y lo reproduzco ahora. El lector que lo había puesto decía que pertenecía a un libro inédito, que no sé que se haya publicado aún. Me parece (no sabría decírtelo con seguridad) que quien lo publicaba allí era el propio autor, que, como ahora me ocurre a mí con tu nota, le encontraba relación con algo que se decía en la entrada que comentaba. Que yo sepa, el poema sigue inédito (en libro), aunque supongo que se publicará más pronto o más tarde.
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