sábado, 3 de enero de 2009

Janvier

En mitad de la calle Larios, bajo la lluvia constante de la mañana de enero, de repente, el placer de estar vivo: gente abrigada y paraguas, compras, días que transcurren lentos e iguales. Tendido en la sobremesa, mirar el jardín de invierno, tan lleno de energía en su pobreza, esperando activamente, en silencio, los días nuevos que vendrán. Sentir la fuerza de las hojas verdes que se inclinan a la lluvia, de la tarde gris y brillante, de las horas quietas. Preparar té, rojo y oscuro. Y nada más. Eso es suficiente.
Algo hay/ de revolucionario/ en la felicidad del silencioso. "Autorretrato como asceta inconsciente. Juan Antonio González Iglesias

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