Cunqueiriana
Trazó el mapa de mi patria. Ese mapa contenía el camino al centro del laberinto: la escala de los azules, el ventus validus, los colores de cada viento y de cada brisa, el olor de las estaciones, la luz y las luces cantábricas. Que el lo diga: Para mi el bosque de Silva lo era todo, y especialmente Sangri-La, es decir, la espesura que en su corazón ocultaba un claro con una fuente, el jardín de la Edad de Oro.
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