martes, 16 de diciembre de 2008

Quiebra

Ya se ha quebrado el tiempo: las avenidas de luz de noviembre, frías y fulgentes, nos han traído hasta aquí, hasta la luz de diciembre. Ya estamos en esos días precipitados del Adviento que son los mismos días precipitados de junio, cuando se acerca el solsticio de verano y , al llegar la luz nueva, ya se ha ido. El fulgor no es más que una pérdida, una quiebra. Pero estos días.... La memoria del valor y del bien de los que amamos, el olor a hoguera de esta tarde en la calle africana que era el mismo aroma a leña tiznada del Paraíso cantábrico, en las noches húmedas de aquellas imposibles navidades, el recuerdo del Mesías de Haendel y el martilleo en la cabeza de los versos amados de Cernuda, los más tristes y más hondos escritos a ese Dios pobre y oscuro de Belén y de los animales, a ese Dios de la pérdida y del desamparo, a nosotros mismos: Amor, dios oscuro,/que a nosotros viene/ otra vez, probando/su esperanza siempre./Ha nacido. El frío,/ la sombra, la muerte,/ todo el desamparo/ humano es su suerte.

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