Sin palabras
La luz del final del día, mientras avanzaba la tarde de día de lluvia, del primer día de lluvia. Tras el agua gris, vino un sol pequeño magnífico de amarillo e incasdencencia para redimir el mundo. Para redimir mi mundo: pensar y soñar despierto, sentir el oro de la luz, creer la pureza y el sosiego, no hacer nada, mirar con compasión, sobre todo a mí mismo, celebrar todo, tener en mí todo lo que es valioso, todo aquello pequeño y quemasdá. Y seguir soñando mientras vivo, poco a poco, sin palabras.
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