Paraíso cerrado, jardines abiertos
Las mismas calles por las que subía y bajaba mi ansia de absoluto y aquella luz única magnetizada de pureza. La ciudad, otra vez, por donde iba y venía el incendio de los años aquellos. Aquel tiempo, perdido y olvidado, presente siempre. Las mismas calles, la ciudad otra vez. El hambre de plenitud y de transparencia, al fondo la sierra; en el horizonte bajo, la vega, los chopos; dentro del alma, la ciudad y el laberinto.
Otra vez en Granada.
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