martes, 28 de noviembre de 2006

Rojo

Camino del atardecer, el mar es oro y cobre y plata a un tiempo. El cielo, colores entre el blanco de los encajes antiguos, el rosa de los algodones azucarados, el rojo de la sangre fresca y el púrpura de la sangre espesa.
La verdadera emoción es salir al mundo, a la tarde de noviembre y sentir que es más que nosotros, que supera la conciencia, que no se deja atrapar en las redes del lenguaje. Esa honda satisfacción del no comprender es la sabiduría más alta a la que podemos aspirar. Y el sentido de la vida.

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