jueves, 2 de julio de 2009

Victoria de los Ángeles

Humana, demasiado humana: las manos quietas al cantar, el cuerpo firme, sereno, lejos de toda afectación, una serenidad absoluta. Está sola y quieta. Las manos, un poco adelantadas bajo el pecho, juntas, formando una circunferencia frente al cuerpo. Quieta, poder, afirmación, verdad. Cuando la veo cantar, cualquier pieza, en cualquiera de sus edades, se me eriza la piel y me abre el alma. Siempre pienso viéndola: existe un mundo mejor. Y siento también ganas de llorar, siempre, no sé por qué.

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