lunes, 3 de septiembre de 2007

Soledad

Lo había visto con su perro. Hoy embarcaban los dos en la tarde quieta. En el crepúsculo paseaba los campos y el cachorro lo seguía mordiendo una cuerda blanca. Solo y presente, voz rota.
Hay algo en los locos y en los solos: el hombre puede ser un dios nuevo que vuelve a crear la realidad, hombre entero.
(Sábado, 1-9-07, 21:25)

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